El urólogo es el especialista sanitario que se ocupa de tratar las patologías relacionadas con el aparato urinario masculino y femenino, y el aparato reproductor masculino. Como ocurre con la mayoría de las especialidades médicas, no se suele acudir a la consulta de este profesional a no ser que se experimente alguna molestia, o se tenga algún síntoma que pueda indicar un problema evidente. Sin embargo, al llegar a cierta edad, o bajo unas circunstancias específicas, es necesario acudir al urólogo como medida de prevención y control, sobre todo ante la aparición de ciertos signos de alarma que veremos a continuación.
Muchos hombres temen –y les incomoda– esta consulta, porque no la tienen normalizada como las mujeres en el caso de la visita a ginecología; pero se debe tomar conciencia de que las revisiones del urólogo son necesarias si se quieren prevenir, o evitar que se agraven, algunos problemas de salud importantes. Además, hay que echar por tierra la creencia de que el examen tacto rectal que se realiza en las revisiones es doloroso; puede resultar molesto, pero es un procedimiento que lleva muy poco tiempo y es necesario para una buena valoración médica.
Los hombres deberían acudir a la consulta de urología antes de cumplir los 50 años, e incluso antes de los 45 si se tienen antecedentes de cáncer de próstata en la familia. A partir de entonces tendría que pautarse una periodicidad anual para que le hagan las revisiones correspondientes.
En la consulta, tras unas preguntas sobre el estilo de vida de la persona (dieta, tabaquismo, consumo de alcohol, estrés, actividad física…), el tipo de micciones, y la frecuencia de estas, y si existen problemas en las relaciones sexuales, el especialista suele realizar una revisión física tocando el abdomen, observando los genitales, y realizando un tacto rectal. También se suelen pedir analíticas para comprobar los niveles hormonales y otros parámetros importantes, como los niveles de colesterol, glucosa, y transaminasas, entre otros.